La corrupción en la "Iglesia" "Cristiana" Evangélica (Primera Parte)

Compartimos la primera entrega de una serie de informes que muestran en todo su triste esplendor cómo el Cristianismo Evángelico es una secta corrupta que utiliza el nombre de Cristo para enriquecer a sus pastores, e impedir que ese dinero llegue a instituciones Católicas como Cáritas, que lo utilizarían, como suelen hacer, al servicio de los demás. En esta primera parte vamos a hablar de los milagreros... Jesús, que hacía milagros de verdad lógicamente no los cobraba e incluso pedía discreción a los testigos del mismo. Y los Pastores y sus "milagros", ¿Cuánto cuestan?


las iglesias evangélicas, de la cual formó parte, ha diseñado otra forma más vil de obtener dinero para enriquecer a algunos listos que han tomado el evangelio como un “modus vivendus”, y es por medio de la venta de espectáculos con matices espirituales, convirtiéndose en un lucrativo negocio, en donde se han adaptado los esquemas del mundo, con su inmundicia, para entretener y anestesiar las conciencia de los creyentes, y para comprender mejor lo abominable de este fenómeno, les revelare la forma en que opera el oculto mundo de las “estrellas evangélicas”. 

El predicar es un deber porque “hay mí si no predico este evangelio” (1 Cor 9:16), pero cuando el predicador se hace famoso, o es usado por Dios, entonces el enemigo trabaja para corromperlo, y sus dos armas preferida son el amor al dinero (1 Timo 6:10) y la fama o sentirse superior a los demás (Rom 12:3). Es entonces cuando deja de ser un siervo para transformarse en un SEÑOR, lo que lo lleva a cotizarse a un alto precio, adquiriendo un concepto errado de sí mismo que lo endiosa y corrompe. A más popularidad y fama, más alto es su precio en la acción de ministrar. A más títulos, más cuesta su mensaje o ministerio. Este fenómeno ha promovido una era de apóstoles y doctores fabricados según los intereses dominantes. Invitar a estos afamados predicadores tiene un alto costo, y ellos mismo se cotizan, estableciendo condiciones onerosas a cambio de campañas o seminarios. Si le añadimos el hecho de poder dar unciones o ministrar “dones espirituales” entre los cuales figuran el de profecía o sanidades, su precio es aún mayor. Algunos llegan a proclamar decretos y pactos, como si fueran diputados celestiales o reyes, con complejos de iluminados o enviados especiales, con poderes sobre el mismo Señor Jesús al cual le ordenan hacer lo que ellos quieren.

Estos falsos ministros condicionan sus presentaciones a una buena paga, exigen hoteles de 5 estrellas, y andan con sus escuderos que le secan el sudor, le llevan el maletín, y les sirven incondicionalmente. Algunos hasta tienen manager o representantes que manejan sus agendas, y establecen contratos. Estos mal llamados siervos, entran por la puerta de atrás, evitando a la gente, traen mensajes sazonados con falsas esperanzas, y endulzan con palabras lisonjeras el oído de la gente (Jer 9:5, 23:32), proclamando y predicando aquellos sermones que le gusta a la carne, como el ser rico, parar de sufrir, sentirse grande etc. Sus enseñanzas alimentan la vanagloria, soberbia, afán, riqueza y ambición, no sin antes añadirle un toque de egocentrismo, envidia e hipocresía. Todo mensaje que alimento la codicia y la vanagloria es del diablo, y la Biblia enseña que tales acciones son pecaminosas (Exo 20:17, 2 Pd 2:14, Fil 2:3, Mt 23:12).

 

 Como hemos dicho en artículos anteriores, estos falsos ministros edifican sus congregaciones con todo tipo de engaño y manipulación sugestiva. Montan espectáculos fabulosos, contratando a cantantes famosos, trayendo a predicadores magos, milagreros, manipuladores de masas y especialistas en “lavado de cerebros”. Estas Iglesias usan la propaganda de los medios de comunicación, para alimentan sus congregaciones, atrayendo a los creyentes de otras iglesias pequeñas que sí evangelizan y predican el mensaje correcto, el cual no le gusta a muchos, porque los confronta con el pecado, y duras son las Palabras del Maestro (Jn 6:60). Estos hermanos inconstantes son atraído por mensaje anestésicos, en donde gracias al show y la multitud, se disimula las malas acciones y no se forma el carácter.

Estas iglesias se nutren de la ambición, el engaño, y de profetas mentirosos que buscan traer al pulpito “mensajes novedosos”, pretorios de chistes, muchas veces obscenos y burlescos que hacen afrenta al Señor Jesús. ¿Encontró alguna vez en los evangelios mensaje al estilo moderno?

Debemos saber discernir entre el verdadero siervo de Dios, de aquellos que siendo lobos, se visten como ovejas, que aparentan piedad para engañar el corazón de los ingenuos (2 Tim 3:5 Rom 16:18, Mt 7:15), porque tristemente nuestro pueblo evangélico no tiene entendimiento de la Palabra y se complace con el espectáculo. Unas danzarinas al frente, unas palabras pre-elaboradas, que son técnicas de lavado de cerebro, una música que mueve la carne, una promesa de inmortalidad y riquezas, un chiste gracioso y sin contenido de enseñanza etc. y la gente se siente contenta. ¿Hacia dónde vamos con esta moderna retórica de los falsos apóstoles? Indudablemente hacia la apostasía y herejías destructoras.

Debemos ahondar el tema y en el próximo análisis quiero enfocar la corrupción existente dentro del mundo de los llamados artistas cristianos, y así tener un amplio panorama del mercantilismo que en nombre de Jesús se hace en muchas iglesias evangélicas.

Fuente: contralaapostasia.com
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